martes, 13 de diciembre de 2011

Padovano: ocho temporadas al talego

Por Halftown
Los delanteros son animales distintos al resto de los futbolistas. Jugadores que basan en el egoísmo su supervivencia, su futuro se juega a rachas, en función de la cantidad de veces que hacen conectar el balón con la red de la portería.

Como en el mundo animal, el género del delantero se divide en especies. Una de esas especies es el oportunista de fondo de armario. Michele Padovano pertenece a ese grupo de cazagoles. Habiendo pasado por media Italia futbolera sin grandes números en su haber, uno se pregunta qué vio en él Marcello Lippi cuando le fichó para su Juventus en 1995, con 28 años recién cumplidos. Padovano, pese a lo que su apellido sugiere, había nacido en Turín, por lo que para él el fichaje suponía volver a casa por la puerta grande.

Aquella versión de la Vecchia Signora era un equipo rocoso, donde por cada Del Piero habia varios torricellis y por cada Jugovic, varios pessottos. Padovano, con el dorsal 21 a la espalda, calentaba banquillo a la espera de que Gianluca Vialli o Fabrizio Ravanelli estuvieran indisponibles.

Al acabar la temporada, con la Copa de Europa bajo el brazo, Lippi mandó a sus dos delanteros titulares a jugar en Inglaterra. Padovano, que debía frotarse las manos al fantasear con ser el dueño del número 9, vio como la Juve incorporaba al croata Alen Boksic y a un chaval con cuerpo de guardaespaldas que respondía al nombre de Christian Vieri. Padovano, eso sí, hizo valer su veteranía para quedarse con el 11 que hasta entonces había llevado Ravanelli. La Juve volvió a ganar la liga, masacró al PSG en la Supercopa de Europa y se llevó la Intercontinental ante River Plate. Se quedó a las puertas de un histórico doblete, al perder la final de la Champions con el Dortmund de Ottmar Hitfeld.

Si Vialli y Ravanelli no habían sobrevivido un año antes, Padovano tampoco resistió una nueva noche de los cuchillos largos del allenatore Lippi. Ahí debería haber acabado la carrera del delantero, pero en lugar de eso se arrastró por la Premier (un gol en doce partidos con el Crystal Palace) y la Ligue 1 (cuatro goles en nueve partidos en dos temporadas en Metz) hasta acabar con una ultima temporada en el Como, con el que ascendió a la Serie B.

Del banquillo de Delle Alpi al de los acusados

Ayer, Michele Padovano conoció otro banquillo: el de los acusados. El delantero, hoy de 45 años, ha sido condenado a ocho años y ocho meses de cárcel por tráfico de drogas internacional. Tuvo suerte: su mejor amigo de la infancia, Luca Mosole, fue condenado a quince.

La cosa explotó en 2006, poco antes de que Italia saliera campeona del mundo bajo las órdenes del propio Marcello Lippi. Padovano y Mosole fueron detenidos cuando la policía se incautó de 23 kilos de hachís que salían de España rumbo a Italia escondidos en camiones de naranjas. Según la acusación, Padovano prestó a su amigo 100.000 euros para financiar el trapicheo. Según Padovano, él sólo le estaba haciendo un favor a su amigo. Claro que cuando ese favor consiste en financiar hachís por valor de 14 millones de euros, que se multiplican por cinco al ser vendidos, cuesta creer que el ex jugador no quisiera llevarse algo a cambio.

En Italia, como en nuestro país, a perro flaco todo son pulgas: tras conocer la sentencia, el padre de Mark Iuliano, antiguo defensor de la Juve y ex compañero de Padovano, usó Facebook para acusar al delantero de pasar droga a los jugadores de la Vecchia Signora. El propio Iuliano junior, cuando jugaba en 2008 con el Ravenna, dio positivo por cocaina. Otro ex juventino como Jonathan Bachini, que no coincidió con Padovano en el club, fue suspendido de por vida al dar positivo por cocaína dos veces, en 2004 y 2005. Según Alfredo Iuliano, el propio Vialli también cayó en las drogas por culpa de Padovano.

La cosa va mas allá: en 1989, un centrocampista del Cosenza llamado Donato Bergamini se suicidaba tirandose bajo un camión. La hipótesis del suicidio fue siempre rechazada por compañeros, familiares y aficionados, que creen que fue asesinado y después tirado a la carretera. Para Alfredo Iuliano, no se debería descartar la participación en la muerte de Bergamini del que era su mejor amigo en el vestuario de Cosenza: un joven delantero llamado Michele Padovano.

Hoy, Padovano planea la apelación de la sentencia. « Los jueces han exagerado », acertó a decir frente a los micros, al salir del juicio en Turin. Esta temporada la Juve, después de años de sequía, vuelve a liderar el Calcio. Padovano pasará las ocho próximas temporadas vestido de bianconero: los colores de su futuro uniforme carcelario.