martes, 25 de enero de 2011

Los cuarenta años de mierda del París Saint Germain

Por Halftown
El Saint Germain nació más por decreto que por deseo. El fútbol bajo la Torre Eiffel vivía momentos bajos a finales de los sesenta, y desde los poderes que mueven los hilos en Francia –y en Francia decir poder es decir París- se decidió que la capital necesitaba un club nuevo y fuerte. A lo largo de estas cuatro décadas, el PSG ha sido, con el Marsella, el club que más medios ha tenido a su disposición. Y, sin embargo, después de 37 temporadas consecutivas en primera división, sus vitrinas sólo alojan a dos títulos de campeón de Francia.

Probablemente el problema de fondo es que al pueblo parisino el fútbol le da bastante lo mismo: el Parque de los Príncipes apenas llena la mitad de los asientos cada partido, y a los que les gusta el fútbol se la sopla el Saint Germain. De hecho, un reciente estudio demostró que en Île de France, la región de París, hay más aficionados del Olympique de Marsella que del propio PSG. El Saint Germain no ha sido jamás adoptado por el París de intramuros, y en su estadio se arremolina dos sábados al mes lo más selecto de la racaille parisina.

Y eso que por el Parque de los Príncipes han pasado jugadores acojonantes como Raí, el Ronaldinho pre-Barça, Youri Djorkaeff, Ginola, Weah o un ilustre de FNF como Rocheteau. En un alarde de falta de gusto y de memoria, en cambio, la afición parisina ha elegido como mejor jugador de la historia del club a Pedro Pauleta. El portugués, un delantero con oficio pero sin gracia que en España pasó por Salamanca y Deportivo, se convirtió en capitán general al aterrizar en París, hasta el punto de aprender a tirar faltas y convertirse en máximo goleador de la historia del club.

Ici c’est Paris

Y eso que por un breve momento, a principios de los 90, parecía que el PSG iba por fin a encontrarse con su destino, y ser un gran club europeo. Canal Plus ponía la pasta, hasta el punto de que se inventó la rivalidad PSG-OM para aumentar la audiencia de la liga francesa (y nos dejó uno de los mejores tifos de la historia del fútbol –ver foto), mientras el mostacho portugués de Artur Jorge dirigía un equipo maravilloso, y tristemente inolvidable para los aficionados merengues.

Cuartos de final de la Copa de la UEFA 92-93. El Madrid de Benito Floro va a París con un 3-1 favorable del Bernabéu. Después de ponerse 3-0 los franceses, Zamorano marca en el ’92 y manda el partido a la prórroga… hasta que Rocha y Prosinecki se quedan cual vacas mirando el tren y Kombouaré se folla con el pito a la banda de Benito Floro. Dos años más tarde, con menos épica, la cara B del Dream Team de Cruyff también salió con los pies por delante del Parque de los Príncipes.



Poco después de estos éxitos, Canal Plus recordó que el negocio es el negocio, y vendió a sus estrellas al mejor postor: Ginola a Newcastle, Valdo al Benfica, Weah a Berlusconi... Desde entonces, el club no ha dejado pasar la oportunidad de inmolarse a cada nueva ocasión de hacer caja: Djorkaeff, Leonardo, Ronaldinho...

Desde el 94, el PSG no pinta nada en el campeonato francés. Se han llevado alguna copa, cierto, pero también se han librado por los pelos del descenso en más de una ocasión. La verdadera personalidad del club no se ha forjado en los palcos de honor, allí donde se levantan los trofeos, sino en el círculo central, donde el perdedor se queda con cara de gilipollas. Incluso en la propia web del club, en el apartado dedicado al palmarés, se incluyen todos los subcampeonatos conseguidos. Quizás ese entusiasmo en el fracaso es lo que celebra el “ici c’est Paris” que utilizan a modo de grito de guerra los aficionados del pesegé.

Por eso es novedad que en esta temporada, coincidiendo con su 40º aniversario, el Saint Germain ande segundo en liga, a cuatro puntos del líder Lille. Con Makélélé de mariscal a sus 37 años, Giuly a lo 2002-2003 y Nené –aquel brasileño que pasó por Alavés, Celta y Espanyol- en plan remake de Pauleta, el PSG parece volver a tener opciones reales de llevarse el campeonato.

Nunca conviene, sin embargo, apostar por el futuro del Saint Germain: para ser coherentes con su historia, desde hace semanas se anuncia el desmantelamiento de la plantilla en cuanto acabe la temporada. Incluso el capitán Makélélé -cuya camiseta es la más vendida en la tienda del club- parece que también cambiará de aires. La única duda es si preferirá enterrarse con David Beckham o con Thierry Henry.

jueves, 6 de enero de 2011

Newcastle no es Jauja

Por Halftown
El uso de Megaupload para descargar directa e ilegalmente películas y música ha subido un 35% en Francia desde que se promulgó la ley antipiratería (Hadopi), que sólo persigue las descargas P2P. Para cuando quieran promulgar una medida anti Megaupload, la gente estará viendo cosas en streaming, y vuelta a empezar a cada vez que la ley alcance a la trampa.
Lo de ponerle puertas al campo es, sin embargo, algo muy humano. Aplicado al deporte en general y al fútbol en particular, el último ejemplo de ello es la explosión de Twitter entre los jugadores profesionales.

Poco podía imaginarse el lateral valenciano del Newcastle José Enrique que 140 caracteres pudieran hacerle más daño que una lesión. Y es que justo antes de visitar White Hart Lane, el jugador tuiteó lo siguiente: “Sorry lads i have a test this morning and we decide is better dont play if no im in 100×100. Im so hungry because this game is nice to play … my hamstring is so stiff today.”. Con independencia de la gramática del texto –algo me hace sospechar que la cosa no va por ahorrarse caracteres, sino por pasar más tiempo con Coloccini que con la BBC-, el mensaje venía a decir que el jugador no iba a poder estar contra el Tottenham.

El problema es que su míster, el recién nombrado Alan Pardew, es poco fan de divulgar su once inicial antes de los partidos, y el tweet del jugador le sentó a cuerno quemado. Se ve que José Enrique, una versión 2.0 de Juanfran en casi todos los sentidos, es fundamental para las Urracas. Sin él sobre el césped acabó pasando lo previsible: el Newcastle palmó 2-0.

Cuando le preguntaron en la posterior rueda de prensa si el jugador estaría listo para el siguiente partido, el entrenador de las Urracas dijo, con sonrisa de velocirraptor, que lo miraría en el Twitter de José Enrique. Luego anunció que no iba a prohibir el uso de Twitter a sus jugadores, porque al fin y al cabo “esto no es China”. Pardew prometió, en un insólito arranque pedagógico, ofrecer una presentación a su plantilla con sus recomendaciones sobre qué información compartir y cómo. Newcastle no es China, pero tampoco es Jauja.

Mientras tanto José Enrique, tan o más rápido con las manos que con los pies, ya había decidido cortarse él mismo las alas: “And sorry i want to delete twetter just get me problems. I have some followers they speak after i say something on the papers.thanks”. Desde el 28 de diciembre dejó de tuitear, y ayer cerró la cuenta. Sus siete mil y pico fans quizás estén tristes. Él volvió al once titular el pasado domingo.