jueves, 7 de enero de 2010

Baile de entrenadores malditos

Por Halftown
Hace un par de meses, cuando el Racing agradeció los servicios prestados a Mandiá (a los que el nombre no diga nada, se trata del mismo jugador de Logroñés y Toledo cuyo nombre llevaba tilde en la i), el presidente Pernía se pasó tres semanas de la Ceca a la Meca, en pleno cásting itinerante de sustitutos. La lista de candidatos, que parecía un greatest hits de la 98-99, provocaba sudores fríos a los aficionados racinguistas: Luis Fernández, Juanma Lillo, Víctor Fernández, Paco Herrera, Clemente, Mané y De Biasi eran las opciones disponibles.

Al final, Pernía tiró de agenda y recuperó a Miguel Angel Portugal, que en la 2007-2008 había salvado holgadamente al equipo, aunque con la inestimable ayuda del gigante serbio Zigic.

Justo antes del parón navideño, un Almería sin Negredo y sin embargo todavía fuera de los puestos de descenso, se aburrió de Hugo Sánchez y se encontró con el mismo abanico de opciones mediocres. Como sería la cosa que, finalmente, el elegido fue Juanma Lillo, alumno dialéctico de Valdano, hijo putativo de Cruyff y responsable del ascenso frustrado de la Real el año pasado. Los comentarios de los aficionados realistas tras el anuncio de su fichaje en la web del Marca, por cierto, eran impagables. De momento, el bueno de Lillo ha saldado su primer partido, jugando 4-3-3 en casa contra el deshauciado Xerez, con un triste 1-0 en el minuto 89.

Sacar las castañas del fuego

El otro día salía publicado que dieciocho de los veinte entrenadores de Primera son españoles, y los dos restantes, Pellegrini y Pocchetino, son hispanohablantes. ¿Dónde han quedado todos aquellos extranjeros que estaban siempre disponibles para sacar las castañas del fuego en los años noventa? Los Cantatore, Espárrago, Antic o Heynckes se han ido con la música a otra parte, y no han aparecido nuevos técnicos para sustituirlos.

La cuestión ahora es cuál será el próximo míster en caer. Los favoritos incluyen a Oltra, cuyo Tenerife comparte con el Xerez el presupuesto más bajo de toda la categoría; Pocchetino, que necesita un goleador para sobrevivir; el eterno Mendilíbar o Muñiz, el mediocre entrenador del Málaga.

La buena noticia para sus respectivos presidentes es que, con la permanencia en Primera más barata que nunca, ninguna de las ejecuciones parece inminente. Y es que no sorprende que la paciencia sea casi infinita, cuando en el horizonte se adivinan ruedas de prensa incendiarias de Luis Fernández o los siete defensas simultáneamente sobre el campo que gasta Javi Clemente.

No queremos ni imaginarnos el panorama en el caso de que un grande -por decir uno, Manolo Jiménez en el Sevilla- decidiera echar a su entrenador a los leones. ¿Hay alguna alternativa real para entrenar al nivel de un club del top 5 de la Liga?
La música sigue sonando. ¿Quién será el próximo en quedarse sin silla?

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