sábado, 30 de mayo de 2009

Saya blanca busca serigrafía

Por Halftown
Todos los equipos de la primera división española tienen un patrocinador. Entre patrocinios institucionales oficiales (Andalucía en el Betis) o extraoficiales (TV3 en el Barça, Aeroport de Castelló en el Villarreal), empresas implantadas en la zona (Petronor en Bilbao) o alguna que otra casa de apuesta online, no hay camiseta sin una marca serigrafiada en el pecho. ¿Todos? No. Un solo equipo no ha conseguido fondos por estampar un logotipo sobre su casaca: el Rácing de Santander.

Habla La fuente de Cacho, el himno extraoficial del equipo cántabro, de una muchacha que sube por la alameda, luciendo la saya blanca y el pañueluco de seda. Parece que la saya, una prenda típica de la Vega de Pas, ya no es lo único blanco que se lleva en Cantabria. Más aún: haciendo una búsqueda rápida, FNF no ha conseguido encontrar ningún club de las cinco principales ligas que no tenga al menos un patrocinador. En la liga francesa o en la alemana no es raro encontrar equipos que parecen un fórmula uno, llenos de pegatinas por todas partes.
Según el último estudio anual de Sport+Markt, la liga española no es, sorprendentemente, una de las mayores en cuanto a ingresos por patrocinio de las camisetas. Es más, medio millón de euros por debajo de la Ligue 1 francesa, el campeonato español es el que menos ingresa por ese concepto del top 5 de ligas europeas.
De ayer a hoy

Hace exactamente un año, el Racing entrenado por Marcelino García Toral se clasificaba por primera vez en sus 96 años de historia para disputar la Copa de la UEFA. En su plantilla, un medio centro internacional por Argentina, un central fichado por el Madrid para sustituir a Cannavaro, y hasta una estrella mediática polaca. La afición, exportaba su Fuente de Cacho, estilo Anfield Road, allá donde fuese. Y estampados en la camiseta verdiblanca no uno, sino dos logotipos.
Un año después, el Racing ha vuelto a instalarse en la zona gris de la tabla, y la cosa no ha ido a mayores gracias a un remiendo invernal llamado Nikola Zigic, que ha enchufado la friolera de 12 goles en 18 partidos. Marcelino se marchó, y su sustituto fue el antiguo mediocre defensa Juan Ramón López Muñiz. El central fichado por el Madrid, que continuó a préstamo en Santander, ha hecho una temporada al nivel de Cannavaro. La afición, 19.000 socios sobre 22.000 asientos, sigue ahí, pero ha convertido el Muñiz vete ya en el nuevo hit de El Sardinero. Y de los patrocinadores, ni rastro: Norquimia decidió no renovar el compromiso ante la incertidumbre de la economía y de conservas Lolín (dicho sea de paso, las mejores anchoas de España) no se tienen noticias.

De esta manera, el Racing de Santander ha pasado la única temporada en la que se ha paseado por Europa –visita al parisino Parque de los Príncipes incluida- con la camiseta en blanco.
El argumento del presidente Pernía -por otra parte, el único del fútbol español que no sabe de fútbol y lo reconoce públicamente- es que más vale dejar la camiseta virgen, que malvenderla. Sin entrar a valorar las ofertas que haya recibido, que por otra parte no las ha hecho públicas, suena cuando menos sospechoso que los otros diecinueve equipos de primera hayan recibido ofertas satisfactorias, y el Racing de Santander, no.

Parece que en la temporada que viene, con la crisis tomando café con Astiazarán en la sede de la LFP, buena parte de los patrocinios se irán a pique, y los uniformes de los equipos volverán a parecerse a los del Subbuteo. Así por lo menos Pernía no necesitará buscar una excusa si no encuentra quien le adorne la camiseta.

lunes, 25 de mayo de 2009

El anuncio del fútbol sin fútbol


Por Lola Dirceu

¿Las clases de antropología para desguazar las tesis de Malinowski? Un tostón de cojones. ¿Las teorías de Desmond Morris sobre lo macacos que seguimos siendo? Interesantes, pero tanto homínido y tanto pelo me recuerdan la espalda de Alfredo Landa (grima). El señor de las moscas, el Gran Hermano de Orwell, el de Telecinco, La Granja ora VIP ora de polígono, Supervivientes, islas de famosos, corralas de vecinos, microcosmos, macrofiestas…. Nada. Lo que más certeramente ha retratado la lucha de sexos, la diferencia entre pililas y rajitas, lo divergentes que son los horizontes bien hayas nacido con los cromosomas XX o XY ha sido el colosal anuncio de Heineken. Ya saben, la anfitriona enseña su nuevo vestidor a sus amiguitas divinasdeladeath. Chilliditos, abracitos, arrumacos y muac muac muac sin tocarse las mejillas ante ese zapatero descomunal y esos armarios con dudas dentro ¿qué vestido ideal me pongo hoy?

Del otro lado del muro, alborozo, alaridos, éxtasis indescriptible… Ellas se preguntan, ¿qué coño pasará tras el tabique que genera más gustito que tener todo este arsenal de jimmy choos? Pues birra. Océanos de birra. Universos rubios y refrescantes. Y lo más importante, reservas interminables, que a partir de las 10 de la noche es una putada que el chino te diga que nasti, que le multa la poli. Retrotraídos a la infancia, los colegas cuarentones babean, gatean, se abrazan, se preguntan si es cierto lo que ven sus retinitas. Tiemblan ante la imagen de esas gélidas cámaras llenas de felicidad embotellada. Los ojos desorbitados de uno de los amigos o el san Vito que se marca otro ante la visión de este búnker con espumita son verismo en grado sumo, telerrealidad, cámara oculta de Miralles. Ni De Sica y Antognoni juntos, vamos. Que las cámaras de Callejeros salgan de las chabolas, joder, que hay otras verdades verdes ahí fuera…

En el fondo de este post, de lo que se congratulan los colegas no es de la cerveza en sí misma, sino de los momentos de placer que les proporcionará estando de nuevo juntitos, como críos que se protegen en pandilla ahora que tienen que andar solitos por la vida, sin mantitas de mamá y sin certezas. Subliminalmente o no, detrás de esas cámaras polares hay una tele de plasma como una catedral echando uefas, copas, ligas y champions, excusas para quedar con un césped mullido como fondo de escritorio donde arrullarse. Sobre ese tapiz de grama, sobre ese parvulario verde (qué gran guiño corporativo), surgen el salvaje de Malinowski, las suecas de Alfredo Landa, Morris y su recua de bonobos copuladores, y hasta Freud jugando junto a su madre con la camiseta del Rapid de Viena.



Son niños que cantan goles y lloran cuando se les cuela la pelota. BUAAAAAAAAAAHHH. Los símiles de diván podrían extrapolarse para los hooligans (no violentos, por favor) que nadan en birra, a los teutones trasegadores, y si me apuran a mis colegas del Fondo Mahou, hinchas del Moscardó de Usera (fieles forofos sin patrocinio de la marca que estaba en el Paseo Imperial).

Como poso, se sedimenta cual pelusa bolsillera una realidad palpable: Heineken retrata como más auténtica y feliz la payasería de los chicos ante un mar de cerveza comunal, que la fingida alegría de las chicas por un vestidor atómico que solamente una disfrutará ( y todas envidiarán). Qué lástima que Homer sea yanqui, porque su ingesta masiva de Duff daría mucho juego en un episodio viendo al Sporting de Springfield y dando por saco a sus cuñadas....

Ya quisiera Mahou y Casillas haber hecho un spot tan profundamente revelador como el de Heineken. Por no hablar de los de Cruzcampo, con unos topicazos mal currados y esos escenarios manidos como bares, barras, brindis, fraternidad que apesta…Además, que cambie ya la Ley de Publicidad y que por fin se pueda ver a alguien en un anuncio jaleando un gol antes de besar los labios de un botellín. Porque por mucho que se quiera proteger a los críos, ¿cómo se toma la cerveza? ¿Por vía tópica? ¿Se esnifa? ¿Se toma a horcajadas por el ano, como Cela y sus palanganas?

lunes, 18 de mayo de 2009

Loach y Cantona sí entienden de fútbol


Por Nick Panzeri

Cuando el Palais des Festival de Cannes se puso ayer de pie para ovacinar Looking for Eric (Ken Loach), no sólo premiaba una película. En realidad el cine se estaba quitando un peso de encima por años de agresiones al fútbol, un deporte con el que ha sido incapaz de intimar.

Apenas un puñado de películas ha conseguido trasladar medianamente la emoción de eso 90 minutos sobre la hierba a la gran pantalla. Además, en los pocos casos que fútbol y cine se han relacionado con éxito, ese deporte apenas pasaba de ser una mera anécdota.

La siempre recurrente Evasión o victoria (John Huston, 1981) es la única excepción digna. Un buen entretenimiento que, sin embargo, pierde toda su credibilidad si el espectador futbolero pone la lupa en los demenciales movimientos bajo los palos de Stallone.

Carlos Marañón hizo en Fútbol y cine el más profundo estudio sobre ambas disciplinas. Para él, Kes (también de Ken Loach, 1969), Evasión o victoria y Campeones, cortometraje español de Antonio Conesa (1997), son las únicas que merecen la puntuación máxima.

Según la crítica, Looking for Eric entra directamente en este podio. Dice Boyero que Loach triunfa porque habla de lo que mejor sabe: de las clases bajas y su solidaridad. "El fútbol sirve para expresar sentimientos. Además, me interesa el sentido de equipo relacionado con la idea de comunidad", comentaba ayer el propio Loach.

Curiosamente también fue en Cannes donde en el último festival se estrenó el documental que Kusturica hizo de Maradona. Y por la Croissette ha paseado como una estrella del celuloide Cantona, cuya frase "I'm not a man, I am Cantona" ya es la mejor de la ecuación séptimo arte-fútbol. Según el jugador, Ken Loach es como Alex Ferguson "porque ambos saca lo mejor de sus actores o futbolistas y porque ambos siguen buscando nuevas ambiciones con el paso de los años".

Sin embargo, la buena acogida de público y crítica no asegura ningún galardón en el palmarés del festival. Más bien lo hace incompatible. Si no hay suerte, el fútbol siempre podrá recordar su único Oscar: el que conquistó Garci con Volver a empezar, en la que aparecen imágenes de un Sporting-Atlético de Madrid en un Molinón todavía en obras para llegar a tiempo al Mundial del 82.

martes, 5 de mayo de 2009

¡Silencio, se juega!

Por Halftown
La asistencia a las salas de cine en España ha caído en 2008 un 7,5% hasta los 108 millones de espectadores, lo que supone un 25% menos de espectadores respecto a las cifras de 2004.

Cuando este tipo de noticias aparecen en los medios, no pasa mucho tiempo hasta que alguien señala, mientras se ajusta las gafas de pasta apoyando el dedo anular sobre el puente, que la culpa la tiene el cine español, que es malo, malísimo. Y sí, en términos generales así es, pero no es el único culpable de que la gente en España vaya cada vez menos al cine. Los italianos, por ejemplo, han ido un 4,1% menos a las salas en 2008. Los alemanes, británicos y norteamericanos ven como el crecimiento del número de espectadores en sus salas apenas es positivo, y eso a pesar de que Batman ha tirado del carro mundial durante el pasado año, con sus 1.000 millones de dólares amasados en todo el mundo.

La conclusión de todo esto es que quizás el problema de los cines no es sólo el contenido que ofrezcan, sino el hecho de ir. Gracias a las descargas de Internet –legales e ilegales-, los televisores HD y los home cinemas, la experiencia cinematográfica en casa es de una calidad casi idéntica a la de los cines. Además, el coste de entradas + bebida y palomitas no suele bajar de 12 euros. En definitiva, cada vez hay menos motivos para ir al cine: la gente prefiere que el cine venga a ellos.

Después de toda la ensalada de cifras anterior, no deja de resultar extraño que el presidente de Mediapro, Jaume Roures, anunciase que a partir de la próxima temporada ofrecerá partidos de fútbol en los cines de España. En alta definición y con sonido Dolby, anunciaba el enemigo público número uno de Sogecable. Ver fútbol como si fuese cine… y al mismo precio.

Cuestión de miopía

Hasta ahora, las opciones del aficionado para ver el partido han sido históricamente tres: en el estadio, en casa o en el bar. Todas ellas, con sus pros y sus contras. ¿Qué aporta la proyección en cines? No tiene el ambiente del estadio, ni la comodidad del sofá, ni las cañas y tapas que acompañan el fútbol en la barra del bar. ¿Se verán los partidos con las luces apagadas? ¿Habrá que cortarse a la hora de comentar las jugadas? ¿Se podrán cantar los goles? Alta definición y sonido Dolby son los únicos argumentos de Mediapro.

Como sucede con las majors de Hollywood en el mundo del cine, la miopía de la propuesta es evidente. La penúltima muestra de ello es el intento de acabar con la sangría de espectadores mediante la proyección en tres dimensiones. Mientras productoras y salas se endeudan hasta las cejas para renovar sus equipos, la gente prefiere utilizar Netflix o BitTorrent. Cuando Mediapro propone proyectar la Liga en cines, la gente lleva años tirando de rojadirecta.

Si yo fuese el señor Roures, ofrecería no desde la próxima temporada, sino desde la próxima jornada, los partidos en streaming por internet. En alta o baja resolución, en pay per game o con abonos de temporada, la explotación comercial puede hacerse de veintisiete maneras diferentes. Mediapro parece no verlo.

Esperamos con ansiedad la siguiente idea genial. ¿Acabaremos viendo al Barça de Guardiola en 3D? Quizás eso por fin justificaría el precio de la entrada al cine…